27 noviembre 2010

21 - ¿SER/ESTAR DE BAJA?


Bueno, ser baja o estar de baja. Aunque parezca mentira un simple y llano verbo puede confundir al más pintao.
Ser baja en una empresa significa que ya no curras.
Estar de baja en una empresa significa que ya no curras.
¿Y dónde está la diferencia?
Pues blanco y en botella.
Cuando eres baja (no de estatura, que eso es otra guerra), el empresario prescinde de tus servicios y te aboga a vivir de las rentas, o en su caso más beneficioso, o a ir a la cola del paro para cobrar el subsidio; y una vez puesto en cola, encontrar otro curro, misión imposible en estos tiempos.
Cuando estás de baja, el empresario prescinde de tus servicios temporalmente porque te has agarrado una enfermedad que no te permite trabajar, una incapacidad transitoria lo llaman. En cuanto el médico de la SS o el de empresa te veo “bueno”, te largan al trabajo y vuelves a ver la cara a todos los compas, al jefe, al de la limpieza, al de mantenimiento, al guarda…
Mi caso es terrible porque aunque ahora estoy de baja, maldita sinusitis aguda, soy baja. No es que prescindan de mi contrato, imposible, soy muy valiosa, ¡no!, es que no tengo la estatura suficiente para pasar de este adjetivo como se pasa de gente o del curro o de los malos rollos. En fin, ser o estar de baja para algunos es lo mismo. Bendito KAOS.

13 noviembre 2010

19 - ¿Quitar pelusas?

¿Quién es el desafortunado de no tener una máquina de quitar pelusas? No me refiero a ese rollo pegajoso que venden los ciudadanos procedentes de China, sino a la máquina con motorcillo que se ajusta a la mano y con una sola pila “de las gordas” puede realizarte un servicio de al menos 1 año seguido sin necesitar cambio de fuente de energía.

¿No lo habéis probado? Es algo maravilloso. Yo cuando necesito un poco de tranquilidad y relajación me pongo a quitar pelusas y bolitas, de calcetines, sábanas, jerséis, pañuelos, camisetas, camisas. De esta manera aplaco mi KAOS interno.

Es algo impresionante oír el runrún del motorcillo y al mismo tiempo ver como se llena la tripilla de pelusas, y como en un pispas, si la ropa es de buena calidad, te deja todo suave y tú con una sensación de paz, que ni haciendo Tai-Chi, ni después de haber hecho un ciento de kilómetros corriendo a la redonda.

Después de haber pasado y repasado la maquinilla por la prenda concreta te quedas con una cara de satisfacción que cualquiera diría que vienes de un encuentro furtivo con tu amado/a. Y para colmo la ropa “queda como nueva”, es un gustazo que no quiero que se pierdan los demás y a todos insisto en que se hagan con una de ellas y experimenten. Pocas cosas tan insignificantes pueden dar tal placer.