06 mayo 2011

58 - 112 ¿Ayuda o impedimento?

El día 23 de Abril de este año 2011, Sábado Santo, mi marido sufrió un accidente al resbalarse al lado de la cruz de Olárizu, rompiéndose el tobillo derecho por tres sitios. Ante la visión de un pie colgando y, evidentemente, roto, llamé a SOS Deiak (112).


La señorita que me atendió, después de hacerme varias preguntas, me dijo que llamaría a una ambulancia, pero que no podía subir hasta la campa, que le bajáramos por el camino para que le recogiera la ambulancia. Le contesté que éramos dos mujeres pequeñas con poca fuerza y que mi marido tiene más de 1,80cm de altura y pesa unos 80 y tantos kilos, con lo cuál no podíamos ni levantarle, ni moverle. Me insistió en que la ambulancia no podía subir, que lo intentásemos nosotras. No me podía creer lo que estaba oyendo, encima del apuro que estábamos pasando no me daban soluciones.
En ese momento pasó por mi cabeza la imagen de alpinistas en paredes verticales rescatados por helicópteros, espeleólogos a 200 metros bajo tierra que eran rescatados con dificultad, pero con eficacia, y a nosotros, que estábamos en lo alto del monte, urbano por cierto, con la campa más magnífica y plana que se pueda desear, campa en la que todos los meses de septiembre se celebra el día de Olárizu con deportes rurales de todo tipo, y a veces hasta una furgoneta de helados (vehículo de la misma configuración que la ambulancia), nos decían que teníamos que arrastrar a un hombre con un peso considerable porque no subían a por él.
Me pareció surrealista y tercermundista, sin querer ofender al Tercer Mundo, que ya tiene lo suyo.
Incluso me insistió en que buscase a alguien que nos ayudase. En el monte a esas horas no había ni un alma, ¿me iba a poner a dar gritos? ¿Tenía que correr cuesta abajo y llegar al pueblo de Castillo para pedir ayuda? Entonces ¿para qué sirve el Servido de Emergencias?
No salía de mi asombro, y a mi desesperación de ver sufrir a alguien y no poder ayudarle se me unió la congoja de ver que no había forma de convencer a la tal señorita de que mandase una ambulancia u otro tipo de vehículo, un jeep, un 4x4, un todoterreno o algo similar.
Cuando estaba totalmente atónita, pensando que aquello era una mala pesadilla, y no creyendo lo que oía, llegó la Providencia, no se puede decir de otra manera, y arregló el desaguisado. Apareció una pareja con un perrillo joven. Les pedí ayuda y enseguida se acercaron. Colgué el móvil y me despedí, creo, diciendo: bueno, bueno que ya veo gente y seguro que me ayudan. En pocos momentos, no sé decir cuando, pues el nerviosismo no me dejaba controlar el tiempo, ni el espacio, vimos a otro amable paseante y le pedí ayuda también. ¿Es providencial, o no, que a esas horas, las 20:30 de la tarde, ya casi anocheciendo, encuentre a tres personas que nos pudiesen ayudar y en un día realmente desapacible para el paseo, pues lloviznaba y hacía frío?
Pues bien, entre todos pudimos poner de pie a mi marido y llevarlo cogido de los hombros, de las piernas y yo de una pierna y sujetándole el pie, pues era un colgajo. Mi amiga se hizo cargo del perrillo que pensaba que aquello era un juego estupendo.
Con la ayuda incalculable de esta amable gente pudimos bajarlo, con sus descansos oportunos, pues todos nos cansábamos, hasta casi el camino parcelario. En uno de los descansos volví a llamar 3 veces al 112, para ver en qué situación estábamos, si enviaban ambulancia, jeep o yoquesé, pero las tres veces comunicaba. Al final él nos pidió que parásemos pues no podía más, le dolía el pie, se le desencajaban los hombros del acarreo y estaba pálido como un muerto. Ya se había hecho de noche.
Bajé a por el coche y lo subí, por ese estrecho sendero, de culo y cuesta arriba, sin ver ni la derecha, pleno monte con peñascos, ni la izquierda, con inclinación hacia abajo más que empinada y pensando todo el tiempo que, o me despeñaba, o dejaba el coche como una uva pasa. No me importó ninguna de las 2 opciones, lo que había que hacer, había que hacerlo y reculando llegué casi hasta donde estaba él. Le metimos en la parte posterior del coche y justo cuando nos íbamos a ir al hospital, uno de los chicos dijo que veía luces que debían ser de la ambulancia. Esperamos un rato y allí apareció la ambulancia. Como había entrado de frente no podía dar la vuelta y tuve que recular otro tanto para que ellos pudiesen maniobrar. Que digo yo que era más fácil haber entrado de culo directamente, pero oye…, la que corría el riesgo era yo (pues con el nerviosismo que tenía lo mismo me daba caer por la pendiente que estamparme contra la montaña).
En fin, le inmovilizaron el pie y le llevaron en una sillita a la ambulancia y nosotras le seguimos hasta el hospital.
Antes de comenzar el camino a las Urgencias del hospital agradecí infinitamente a la pareja y al hombre que nos ayudaron y les pedí el teléfono para cuando todo fuese bien tomarnos algo juntos. El hombre declinó la invitación, pero los chicos nos dieron el móvil para saber cómo estaba y qué se había roto. Al día siguiente contacté con ellos y les conté lo sucedido: rotura de tibia y peroné a la altura del tobillo (fractura trimaleolar), con fijación de 1 placa y 2 tornillos. Una avería fea con solución en mínimo cuatro meses.
Ya sé que no es una lesión extrema, o de vida o muerte, pero nadie se puede imaginar el mosqueo, cabreo, enfado, resquemor, malestar, agobio, desazón, impotencia e incredulidad que se sufre cuando te encuentras en una situación de apuro con una persona lesionada y los que te tienen que tranquilizar y aconsejar, léase SOS Deiak, en vez de hacerlo te dejan descolocada, con cara de tonta y diciéndote, más o menos, que te las apañes como puedas. Lo juro, no me lo podía creer.
Además cuando se lo cuentas a los demás, te das cuenta de que no sólo han actuado de la misma manera en tu caso, sino que algo parecido le ha pasado a un montón de gente conocida y se han mosqueado tanto o más que tú.
Por otro lado, decir que según las Normas de Primeros Auxilios ¿no se recomienda que no se mueva al accidentado para no causarle mayor mal, hasta que no vengan los Servicios de Emergencia? Pues no entiendo como debíamos nosotros bajarlo todo el camino con el pie colgando.

Es para llorar y no echar lágrimas. Y que los periódicos digan que los mejores Servicios de Emergencias están en Canarias y el País Vasco, ¿es creíble, o es pura filfa publicitaria? ¡Apañados vamos!, ¡pues cómo serán los demás!


ESTO SE LLAMA KAOS EN LENGUAJE POPULAR.

2 comentarios:

  1. Dicen que las casualidades no existen, que son situaciones que mas o menos buscamos nosotros para que ocurran. Pero esa situación, como os podeis imaginar, no la buscamos nosotros y el que aparecieran esa pareja y ese hombre por alli, si fue autentica casualidad. Yo también creía que en una situación así llamando al 112 tendríamos una ayuda inmediata, que nos tranquilizarían diciendo que no nos preocupáramos que la ayuda llegaría enseguida. Pero en vez de eso que nos dijeran, mas o menos, que nos apañáramos nosotras...... Te sientes totalmente desamparada. ¿Que querían?, ¿que lo bajáramos a rastras?. Fue una autentica casualidad que esa gente apareciera por allí, encontrarse con ellos , como podéis imaginar, fue un autentico alivio.Hay algo que se llama humanidad que es de lo que carecen cierta gente.

    ResponderEliminar