Los mensajes escritos son frutos de un pensamiento, un deseo, una idea.
Muchas veces es difícil compren-der lo que el emisor quería decir porque
las palabras no puedes describir con exactitud la emoción que el emisor pone en ellas.
Muchas veces el significado del texto se tergiversa y se entienden cosas contrarias a lo que se quiere decir,
el receptor pone su dispo-sición y emociones en la lectura del
mensaje y entiende, muchas veces, lo que quiere entender.
Si se hace que un mismo texto sea leído por cinco personas distintas estoy segura de que hay,
como poco, tres opiniones diferentes del significado. Es lo bonito y lo complicado de escribir.
Nuestros cauces de la idea a la letra son tan personales que la comunicación, a veces, se hace imposible.
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