09 septiembre 2018

558 - Conseguir la felicidad IKIGAI

Nuestro concepto de felicidad se queda pequeño cuando sabemos algo más del IKIGAI, un concepto diferente, más abstracto y complejo de felicidad que los japoneses entienden como propio.

Etimológicamente parte de las palabras ‘ikiru’ (vivir) y ‘kai’ (la materialización de lo que uno espera). Unidas forman la idea de “tener un propósito para vivir”.

Una palabra que da respuesta a la pregunta de ¿qué motivo tengo para levantarme todos los días?

Todos deberíamos tener un ikigai, una motivación vital, una misión, algo que nos de fuerzas para levantarnos de la cama por las mañanas.

¿No es bonito?

¿CÓMO ENCONTRAR NUESTRO IKIGAI?

Respondiendo a estas 4 preguntas:
  • ¿Cuál es mi elemento? Hay personas que se sienten cómodas haciendo cosas solas, y a las que les estresa estar en grupo, su ikigai no podrá ser enseñar, ni dar conferencias, sino una actividad más recogida.
  • ¿Con qué actividades se me pasa el tiempo volando? Es otro indicador de que se trata de una pasión por desarrollar, asegura. 
  • ¿Qué te resulta fácil hacer? Hay gente que tiene facilidad para poner orden en documentos, o comprender diferentes puntos de vista…
  • ¿Qué te gustaba cuando eras niño? Podremos saber si nuestro ikigai está en actividades artísticas, intelectuales, de ayuda a los demás, de pensamiento científico, etc.

INDICACIONES PARA DESARROLLARLO

Una vez encontrado el ikigai viene el siguiente paso: trazarse un plan y obligarnos a seguirlo. “Por ejemplo, si una persona está aprendiendo un idioma con 60 años, cada día tendrá que aprender una palabra nueva y repasar la del día anterior. Para un novelista incipiente, será escribir una página al día... Cuando el objetivo supone un cambio radical, hay que replantearse la vida a todos los niveles: económicamente, seguir viviendo en el lugar donde vives, si las personas que te acompañan son las adecuadas...
  • Comienza analizando lo que tienes delante, el ‘ikigai’ no es nada sublime ni extraordinario, sino algo muy obvio. 
  • Recuerda siempre por qué ese algo especial es tan importante. 
  • Reflexiona acerca de por qué haces lo que haces. Quizás odias a tu jefe y a tu trabajo, pero al llegar a casa tienes una familia maravillosa que explica todo ese esfuerzo y sacrificio. 
  • Tómate tu tiempo para decidir. Es importante encontrar una pareja, un empleo o unas amistades que conecten contigo. No es una tarea fácil y no se consigue tampoco en unos pocos días. 
  • No seas egoísta en la persecución de tu ‘ikigai’. Puedes tener muchas aventuras fuera de la relación con tu pareja, pero quizás con estas actitudes estás destruyendo todo aquello que te rodea. 
  • El ‘ikigai’ es siempre frágil. Puede ser que ames a tu pareja con locura, pero puede ocurrir también que por mil motivos mañana no esté ahí. Todos pueden verse afectados por la desgracia y tú no eres más especial que nadie. 
  • Revisa tu ‘ikigai’ de vez en cuando. Lo que es fundamental para ti con 20 años puede no serlo con 40.

PUESTA EN PRÁCTICA

El IKIGAI es propósito en acción.

Conocer y tener claro nuestro 'ikigai' no es suficiente.

Hay dos momentos claves en los que nos debemos plantear nuestro ikigai:

En plena madurez, cuando parece que todo está hecho y que nada puede hacerlo cambiar, ese es el momento para replantearse si estamos estresados, depresivos, si trabajamos en actividades que no se ajustan a nuestras cualidades, por las que no obtenemos nada más que dinero, pero no satisfacción personal. Ese es un buen momento para encontrar algo que sea más acorde a nuestro conocimiento, a nuestras inquietudes y que nos aporte el sosiego y el gusto por lo que hacemos.

En la adolescencia, cuando empezamos a tomar decisiones sobre nuestro futuro. Encontrar algo por  lo que merezca la pena vivir no es fácil siendo joven, y menos cuando los estímulos externos son tan intensos que nos distraen continuamente.

El ikigai no es completo si su objetivo marcado no conlleva un servicio a la comunidad. Ser útiles a los demás nos hace más plenos, por eso somos más felices cuando hacemos un regalo que cuando lo recibimos. Si hacemos algo y nadie la reconoce nos sentimos frustrados y fracasados.

Hay personas que sienten que no poseen habilidades especiales ni objetivos que cumplir, pero no es cierto TODOS TENEMOS UN IKIGAI.

IKIGAI = AQUELLO POR LO QUE MERECE LA PENA VIVIR


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