Hace tiempo que no hago una crónica sobre alguna materia que me llama la atención.
Voy a romper la racha hablando sobre mi opinión acerca del libro.
EL LIBRO, el invento más revolucionario del hombre, gobierna nuestras vidas desde que nacemos.
No pretendo hacer un panegírico sobre él, pero se puede contar tanto...
Cuando a Gutenberg se le ocurrió imprimir tinta sobre un papel no se hizo a la idea de la importancia que
tendría ese invento en el futuro.
Cuando a los chinos se les ocurrió idear el papel tampoco supusieron que sería aprovechado para la
globalización de ideas y sentimientos.
El libro es un objeto tan habitual en nuestras vidas que, rara vez, preguntamos de dónde viene y a dónde
va. Simplemente asumimos su existencia.
Gracias a él la cultura se expande, los sentimientos y emociones de las personas se comunican. Hemos
pasado de una cultura oral y tradicional a una cultura escrita, escrita en papel.
Es difícil imaginar una casa sin un solo libro, al menos en nuestra sociedad industrializada.
Además es un objeto susceptible de adaptarse a diferentes formatos.
Hay libros impresos con encuadernaciones lujosas, caras, muy cuidadas y detalladas, con materiales excelentes,
con tactos impensables, sedosos y amistosos.
Hay libros con papel vulgar, basto y sin refinamiento, con portadas de cartón o cualquier otro material
que sea más duro que el papel de lija que conforma sus páginas.
Hay libros de bolsillo, más pequeños, baratos, manejables, con encuadernación más asequible y portadas
más ligeras, con letras más concentradas y con la capacidad de contener grandes relatos que nos acerquen
a la inmensa cultura humana.
Hay libros enanos, minilibros, productos de un afán del ser humano por disminuir y minimizar todo lo susceptible
de poderse hacer más pequeño. Suelen ser libritos de coleccionista ode regalo gracioso, porque la verdad es
que leer en sus páginas es un verdadero suplicio para los ojos con cierta normalidad.
Hay libros en horizontal, moda que salió hace unos pocos años, pero que parece haber cuajado con demasiado
entusiasmo entre los lectores. Puedo añadir que el primer libro que leí en este formato, pequeño de por sí,
casi se me perdía entre las manos, pero no me resultó desagradable de exploración. Claro que puede que fuera
la temática del libro y no el formato en el que estaba.
Hay libros con imágenes, libros ideados para las obras que necesitan planos, dibujos o fotos de apoyo y
corroboración de lo que se cuentan en ellos.
Hay libros escritos a mano, incunables (anteriores al año 1500), por laboriosos monjes que dedicaron su vida
a transmitir los conocimientos de la Humanidad, religiosa o naturalista, a las generaciones siguientes.
Hay libros convertidos en tinta electrónica, ebooks. Libros que se leen sin papel, sin hojas, sin portada, sin tinta.
Estos libros, tan en boga hoy en día, se llevan en un teléfono, tablet, mp4 o cualquier otro aparato electrónico que
admita su formato, para tenerlos dispuestos y siempre abiertos en la página donde nos quedamos. Estos libros
dejan de ofrecer al lector una de las características básicas del libro conocido hasta ahora, el tacto.
Nada es comparable a pasar las páginas de un libro y ver cómo vamos variando su cantidad en dos partes, siempre
desiguales, en volumen.
El ebook no te da idea de lo que has leído o te falta por leer, añadiendo a su lectura una falta de información
necesaria para la ubicación inconsciente del lector en la historia en la que se zambulle.
Cuando empiezas un libro sabes que el relato acaba de comenzar, está en sus inicios, y que te queda mucho por
delante para conocer la verdadera historia relatada por el autor o autora.
Cuando se va por la mitad del libro se suele pensar en si la trama se está desarrollando de forma correcta o
incorrecta con absoluta seguridad, si el libro nos ha enganchado o no, si la historia o hechos que cuenta son
o no interesantes y si nos aportan algo o no.
Cuando llegamos a la parte final del libro nos damos cuenta de que, al estar cerca del final, tiene que concluir
de una forma calculada por el autor, pero tiene que concluir, y poco a poco nos vamos preparando para ello.
En un ebook toda esa información adyacente e implícita en un libro de papel se pierde, por lo que, como he dicho
antes, se pierde la situación con respecto a la obra escrita y a la intención del autor.
Sin embargo, hay que reconocer que el formato digital tiene sus ventajas evidentes: el precio, el ahorro de papel y
de emisiones de CO2, el ahorro de materiales contaminantes para el blanqueamiento del papel, la disponibilidad,
la posibilidad de llevar una biblioteca en el bolsillo, la adaptación del tipo de tamaño de la letra a nuestro tipo de
visión, el peso, siempre pesan lo mismo ya sean los tomos de Guerra y Paz o un libro de poemas de García Lorca.
Dentro de estos tipos de formato electrónico no podemos olvidar los de formato en audio o audiolibros, para aquellas
personas que quieres disfrutar de un buen relato, pero no poseen la visión suficiente o el tiempo necesario para
sentarse y abrir un libro de verdad. Un formato que se puede emplear también cuando se pasea al perro, se da una
vueltecita de rigor para mantenerse en forma, se pasea por la playa o se va corriendo haciendo deporte. Un formato que, aunque no es muy agradable o estético, salvo que sea leído por su autor-a, pues un robot no puede
suplir una emoción, a veces sirve para acercarnos a los libros que de otra manera nunca conoceríamos, es decir,
puede servir para escuchar un libro de ensayo, Historia, novelas de colección encadenadas que nunca cogeríamos
con lectura habitual... en fin, este tipo de libros un tanto especiales y, a veces diferentes, que de estar en en formato
libro-papel o libro-ebook no formaría parte de nuestra experiencia. De esta manera pueden formar parte de nuestras
vidas. Y eso siempre hay que celebrarlo.
El debate está entre pasar papel con su olor de libro, llevarlo en el móvil o tablet o llevarlo dentro de la oreja con
sonido robótico.
Ahora debemos elegir formato o ¿hay ganas de usar cualquier tipo de formato-libro mientras nos entretenga o ilustre?
Aunque amo los libros de papel, no lo puedo negar, cada vez leo más en digital y oigo audiolibros cuando voy a pasear. Un libro nunca deja de ser un libro.
¿Cuál es vuestra opinión?
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