11 junio 2011

70 - RIQUEZA RELATIVA

No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita. Famosa frase que se ha puesto de moda desde que un importante vendedor sueco de muebles y pijirijis lo ha tomado como parte de su campaña “de ventas”. Es asombroso, lo que puede hacer una frase que en un principio estaba diseñada para conformarse con lo poco que uno tiene, despreciando a los que tienen mucho y mirándoles por encima del hombro.
Sin embargo, esta frase, que yo he oído en casa hasta la saciedad, los del marketing de los anuncios de IKEA la emplean para intentar vender más. ¿No resulta algo chocante?
¡Que se lo digan a los ricos, a ver si son más ricos porque necesitan menos o porque tienen más dinero que los demás!
¿Quién no ha soñado alguna vez que nos toca la lotería, aunque no juguemos, o la bonoloto, o lo que sea, una herencia, un donativo desinteresado…, y nos hacemos ricos de la noche a la mañana?
Yo alguna vez he caído en esa tentación y la verdad que me he imaginado en barcos por el Mediterráneo, en un palacete en la campiña francesa, en un inmenso chalet en Beverley Hills, viajando por el mundo en avión privado, en un supercasoplón en las montañas de Suiza, en una casa de película en París, otra en Londres, otra en Nueva York y otra en Venecia, en una isla para mí solita donde disfrutar de la tranquilidad y sosiego junto al mar cristalino…
Pero luego vuelvo a la realidad de la forma más fastidiosa, dándome cuenta de lo difícil que sería serlo, el tener fama sería inaguantable; el tener a gente pululando por la casa para que te hagan las cosas; el miedo a un secuestro; el miedo a un robo masivo; el tener que acudir a fiestas y garitos por invitación aunque estés de los nervios; el tener que aguantar conversaciones y reuniones con gente pesada, plasta, tediosa; el tener que hacer que te preocupas por los demás con donativos, visitas… cuando la verdad es que te importan 3 rábanos; el lío de herencias a tus hijos; el lío de ayudas a tus familiares y la envidia entre ellos por las cantidades; el estar pendiente de la Bolsa y de los rendimientos de tu dinero; el tener enemigos y no conocerlos siquiera; el tener que aguantar amigos, que dicen que lo son, cuando tu sabes que lo son de tu dinero; y así 50 cosas más. ¡Menudo KAOS mental!
Y me relajo y pienso: deja, deja, es mejor no ser rico, pero sí tener algo de dinero que te dé, de vez en cuando, para comprarte un caprichito (una cena con los amigos), unos zapatos (de marca), un viajecito (a la Costa Brava en verano), un divertimento (un libro)… Y se te quitan las ganas, hasta que tienes que volver a trabajar y vuelves a pensar, un día de éstos, en que podías ser rico tú también. ¡¡Así se escribe la historia!!

2 comentarios:

  1. Todos hemos deseado ser ricos, pero hay que conformarse.

    Pedro

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  2. Tienes razón, Pedro, pero eso no quiere decir que no podamos soñar.

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